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¿Y si ganaras seis brazaletes… y no te quedaras con ninguno?

La mayoría de los jugadores sueñan con tener uno. Con levantarlo ante las cámaras, guardarlo en una vitrina o mostrarlo orgullosos cada vez que hablan del poker. El brazalete de la World Series of Poker no es solo un trofeo: es una insignia de prestigio, una marca de excelencia. Pero Shaun Deeb Flag of Estados Unidosnunca fue como los demás.

Tiene seis y no se quedó con ninguno. Sí, seis títulos dorados de la WSOP. Seis logros que sellan una carrera brillante. Pero cada uno fue entregado, casi de inmediato, a alguien especial en su vida. Familiares, amigos, personas que marcaron su camino y su corazón. Una colección que no adorna su casa, pero que vive en la memoria de quienes lo rodean.

Shaun Deeb fue jugador del año en 2018

Shaun Deeb en la WSOP: mucho más que un campeón

Desde que comenzó a jugar en vivo en 2006, Deeb ha construido una trayectoria imponente: más de US$12,9 millones en ganancias, decenas de resultados destacados y una reputación de player completo y temido. Fue Jugador del Año de la WSOP en 2018 y antes de eso ya era una leyenda en el poker online, donde acumuló más de una docena de títulos en los SCOOP de PokerStars.

Pero más allá de los números y reconocimientos, hay algo que lo distingue: su relación emocional con el éxito. “Jamás los voy a llevar puestos. Se quedarían guardados en una caja fuerte. Prefiero dárselos a personas que significan algo para mí”, aseguró recientemente sobre los brazaletes.

Esa decisión no es nueva. Es una costumbre que ha mantenido desde su primera pulsera, y que hoy forma parte esencial de su historia personal.

Su primer brazalete, ganado en 2015 tras conquistar el $10K Pot-Limit Hold’em Championship, fue directo a las manos de su abuela. Un año más tarde, tras vencer en el $1.500 Seven-Card Stud, se lo regaló a su esposa. En 2018, el año en que brilló como Jugador del Año, ganó dos títulos: uno fue para su padre, y el otro, para un tío.

En 2021, Deeb se llevó uno de los premios más grandes de su carrera tras ganar el $25K High Roller PLO por más de US$1,2 millones. El brazalete fue para su amigo Fred, que en ese momento luchaba contra el cáncer. Y en 2023, su sexto título fue dedicado a la memoria de su gran amigo Thayer Rasmussen, fallecido pocos meses antes.

Seis triunfos. Seis gestos. Seis actos de amor.

Un homenaje que quedó grabado

El caso de Thayer “THAY3R” Rasmussen Flag of Estados Unidos fue distinto. Y profundamente conmovedor.

Cuando falleció en abril de 2023, Shaun prometió algo: ganar un brazalete ese verano en su honor. Dos meses después, cumplió la promesa al consagrarse campeón del Evento #27: $1.500 Eight Game Mix 6-Handed. Pero no se quedó con el brazalete.

Viajó a encontrarse con la familia de Thayer y entregó el brazalete a su madre, en un gesto cargado de simbolismo. Lo que ocurrió después fue aún más emotivo: ella decidió llevarlo a un joyero para dividirlo en nueve partes, y así toda la familia podría conservar una parte del recuerdo. Uno de esos fragmentos, la reina de tréboles, fue especialmente elegido para Geoff, el hermano de Thayer, por una mano memorable que ambos compartieron. “Él me ayudó muchísimo en mi carrera. Nunca ganó un brazalete. Saber que su familia tiene una parte de ese logro… es increíble”, dijo Deeb.

Shaun Deeb en un homenaje postumo, entregando el brazalete a la familia de Thayer Rasmussen.

¿Y el próximo brazalete?

Con las WSOP 2025 en marcha, no es descabellado imaginar a Deeb sumando el número siete… o el ocho. Pero ya tiene todo planeado. “Mis hijos me lo piden desde hace años, pero no quiero que se peleen. Así que les dije: si gano dos en un mismo año, uno para cada uno”, confesó entre risas.

Y aclaró que hay dos excepciones: el Main Event y el prestigioso $50K Poker Players Championship. Esos, si los gana, se los quedaría. Porque incluso alguien tan desprendido como Deeb tiene sueños por cumplir. El resto, como él mismo afirma, tiene mucho más valor en manos ajenas.

En un mundo donde los trofeos suelen representar ego, Shaun Deeb les dio otro sentido. Convirtió cada brazalete en un símbolo de cariño, un puente emocional con quienes han formado parte de su camino. Mientras muchos los guardan para exhibirlos, él los entrega para compartirlos. Y eso, quizá, dice más de su grandeza que cualquier resultado.

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