No todos terminan de la misma manera después de semanas en Las Vegas.

Las luces del Río en Las Vegas se apagan. El bullicio se desvanece. Los resultados se cierran y miles de jugadores —con sueños cumplidos o corazones rotos— emprenden el regreso a casa tras una intensa World Series of Poker. Para muchos latinoamericanos, el retorno no es solo físico, es emocional: comienza la “resaca pokeril”, un vacío profundo que mezcla agotamiento, frustración y melancolía.

Durante semanas, el alma estuvo en juego. Jornadas de 10, 12, hasta 15 horas en mesas de alta presión dejan cicatrices invisibles. Incluso los más fuertes sucumben al tilt cuando el cuerpo flaquea y la mente ya no responde.

Al regresar, el estrés post-torneo se cuela entre maletas: desfase horario, vuelos eternos, sueños interrumpidos. Y con ellos, la ansiedad, la nostalgia, la sensación de haber dejado algo inconcluso.

Si quedaste con el sonido de las fichas grabadas en tus oidos, entonces te recomendamos descansar.

Los caminos para pasar la «resaca pokeril de la WSOP»

Primero: descanso real. No solo dormir más, sino desconectar de verdad. El cuerpo necesita silencio. El alma también.

Segundo: moverse con suavidad. Caminar, estirarse, respirar. Volver a habitar el cuerpo desde la calma.

Tercero: cuidar la mente. Meditación, respiración, y sobre todo, perdón. No te juzgues por las manos perdidas. Aprende de ellas, sin castigarte.

Y finalmente: volver a tu gente con las que compartes tu pasión por el poker. Habla con tus hermanos de cartas. Comparte lo vivido. Porque en esa tribu de jugadores está la fuerza que te reconstruye y de paso te ayuda a mejorar tu juego.

La WSOP terminó, sí. Pero el viaje de jugador de poker nunca para, solo se toma descansos.