
Seidel, Ivey, Phua
En los escenarios más prestigiosos del poker mundial, high stakes donde se juegan millones en una sola mano, los protagonistas rara vez sonríen, gritan o celebran con efusividad. ¿Se ha convertido el poker de élite en un espectáculo sin alma, dominado por jugadores que parecen más máquinas que personas? La discusión se encendió tras las declaraciones de Seth Davies en el EPT Barcelona 2025.
La visión de Davies: respeto por las derrotas
Seth Davies, actual campeón del Super High Roller de US$250.000 en la WSOP y número 16 en la lista de ganancias históricas del HendonMob, expuso un punto de vista que rompe con el cliché. Para él, la falta de celebración no es apatía, sino consecuencia directa de la brutalidad del circuito.
In this video I provide some insight into why high stakes poker pros tend not to celebrate winning big pots pic.twitter.com/4hXOu1xHfT
— Seth Davies (@Sdavies22) August 26, 2025
“El poker de torneos es perder y perder durante miles de horas. Cuando por fin ganas, lo que sientes no es alegría desbordante, sino empatía por el rival que acaba de quedar eliminado, porque tú mismo has estado en esa posición demasiadas veces”, explicó. Davies confesó que incluso en Barcelona, tras invertir €350.000 en buy-ins sin resultados inmediatos, la contención emocional es casi un mecanismo de supervivencia.
¿Un problema para el espectáculo?
El razonamiento de Davies, sin embargo, no convence a todos. Para algunos, la sobriedad excesiva puede ser perjudicial para la imagen del juego. En un deporte mental que depende también del espectáculo mediático, ¿no debería haber espacio para la emoción?
Dan “Jungleman” Cates fue uno de los primeros en reaccionar. El polémico high roller defendió la idea de que profesionalismo y entretenimiento no son excluyentes: “Ser profesional también es considerar el valor esperado de generar espectáculo. La emoción puede ser rentable y, a la vez, respetuosa”, señaló.
Negreanu, la voz del showman
Daniel Negreanu , ícono de la era dorada televisiva del poker, fue más lejos: “El poker se nutre de las emociones de sus estrellas, como cualquier deporte. ¿Alguien imagina a Michael Jordan sin celebrar un tiro ganador o a Tiger Woods sin su famoso fist pump?”. Para “Kid Poker”, lo importante es la autenticidad: si un jugador siente ganas de celebrar, hacerlo no es una falta de respeto sino parte de la esencia competitiva.

Daniel Negreanu es un showman en las mesas.
Negreanu recordó también que en los niveles bajos, donde lo que se arriesga es dinero de vida real, la contención tiene sentido por respeto a los rivales amateurs. Pero en los high stakes —según él— la justificación de la empatía pierde fuerza: “Es un mundo despiadado. Quien no tolere una celebración quizá no está listo para este nivel”.
Entre dos mundos high stakes
La discusión revela una fractura generacional. Los jugadores modernos parecen priorizar la disciplina, el autocontrol y la eficiencia. Sus predecesores, en cambio, entienden el poker como deporte-espectáculo, donde los gestos, la tensión y las rivalidades son tan valiosas como las fichas en juego.
¿Quién tiene razón? Probablemente ambos. Lo que está en disputa es si el poker quiere ser visto únicamente como un deporte mental de élite o también como un show que atrape a millones frente a las pantallas.
Fuente: pokernews.com