
El expresidente Richard Nixon, recordado principalmente por el escándalo Watergate y su renuncia en 1974, tuvo un capítulo poco conocido en su vida: el de jugador de poker durante la Segunda Guerra Mundial.
Lejos de ser un simple pasatiempo, ese hábito se convirtió en una herramienta que moldeó su estilo político y le dio el impulso económico necesario para iniciar su carrera pública. Desde una mesa de cartas en el Pacífico hasta el Congreso en California, Nixon utilizó el juego como laboratorio de estrategia, paciencia y lectura humana.

Richard Nixon inició en el poker durante la segunda guerra mundial.
El bankroll que llevó a la política a Nixon
En 1944, Nixon tenía 30 años y servía como teniente de la Marina en el Pacífico Sur. Apenas conocía las reglas del poker, pero pronto se interesó por el juego al observar a sus compañeros de tripulación. Su mentor, el oficial James Stewart , le dio tres consejos que marcarían su estilo: “Juega tight, solo farolea cuando estés seguro y apuesta fuerte cuando tengas las cartas”.
Nixon aplicó la misma disciplina que había desarrollado en sus estudios de derecho, jugando principalmente five-card stud con ciegas de $5-$10, evitando riesgos innecesarios y priorizando el beneficio constante. Sus rivales lo describían como callado, paciente y con una sorprendente habilidad para detectar debilidades ajenas.
Durante su servicio, ganó entre $6.000 y $8.000, una suma que hoy equivaldría a más de $100.000. En un inicio pensó usar el dinero para comprar una casa, pero finalmente lo destinó a financiar su primera campaña al Congreso en 1946. Ese bankroll cubrió alrededor del 20% de su presupuesto electoral y se convirtió en el capital inicial de su carrera política.
En sus memorias, reconoció lo mucho que aprendió en las mesas: “Las personas con manos fuertes suelen hablar menos y en voz baja; quienes están faroleando hablan más alto y terminan delatándose”. Esa capacidad de leer a los demás lo acompañó en su carrera, desde los debates en Washington hasta negociaciones con la Unión Soviética y China.
El poker, más que un juego
Para Nixon, el poker fue un campo de entrenamiento. Allí pulió su paciencia, su disciplina y su habilidad para manejar la presión. Aunque su legado político terminó en la controversia de Watergate, este episodio demuestra cómo el poker puede ser una escuela de vida con lecciones que trascienden las cartas.
Hoy, su historia es recordada como un ejemplo de cómo un simple juego puede tener repercusiones insospechadas. Del portaaviones en el Pacífico a la Casa Blanca, Nixon demostró que las lecciones del poker —disciplina, lectura y control— pueden definir el destino de una carrera política.