
En el mundo del poker abundan las hazañas, pero pocas son tan extremas como intentar jugar durante días sin descanso. Eso fue lo que hizo Zach Gensler en 2021, cuando completó una sesión de 124 horas consecutivas de cash game en el Resorts World de Las Vegas.
La proeza, que arrancó el 27 de octubre a las 3 p.m. y finalizó el 1 de noviembre a las 7 p.m., superó ampliamente la marca previa de 115 horas establecida por Phil Laak en 2010. Sin embargo, aunque el reto fue sancionado y documentado por el Libro Guinness de los Récords, nunca llegó a ser certificado de manera oficial.
Preparativos y resistencia extrema
Gensler no llegó a esta gesta de manera improvisada. En 2019 ya había hecho una “prueba general” de 80 horas en el Aria, lo que le sirvió para medir su capacidad física y mental. Cuando decidió dar el salto a un intento oficial, lo planeó como si fuera una expedición: calculó pausas, distribuyó snacks energéticos, eligió bebidas bajas en cafeína para no colapsar y se rodeó de testigos para cumplir con las reglas Guinness.
El formato permitía 5 minutos de descanso por cada hora jugada, acumulables para siestas estratégicas. Gensler utilizó esos respiros con disciplina quirúrgica: una siesta de 2 horas y 15 minutos tras llegar a las 40 horas y otra de 2 horas y 30 minutos cuando alcanzó las 115 horas de Laak. Después de ese breve descanso, volvió a la mesa decidido a escribir su nombre en la historia con 9 horas adicionales. “Sabía que iba a ser brutal, pero quería probarme a mí mismo. No era por el dinero, era por la experiencia de hacer algo único”, declaró.

Phil Laak donó la mitad de sus ganancias después de imponer un nuevo récord Guinness.
Resultados y la sombra de Laak
El desgaste fue evidente. Aunque mentalmente se mantenía lúcido, físicamente el cuerpo le pasaba factura: calambres, dolores de espalda y una fatiga acumulada que se reflejaba en su rostro. El público del Resorts World lo seguía con curiosidad, mientras en redes sociales reportaba su avance hora tras hora.
En lo económico, la hazaña no tuvo final feliz: Gensler terminó con una pérdida aproximada de US$1.200, una cifra que contrastó con el registro de Phil Laak, quien en 2010 logró ganar más de US$6.700 y además donó la mitad a caridad. Mientras que Laak salió de su maratón con aura de héroe filántropo, Gensler salió con el título de guerrero incansable, pero sin recompensa tangible. “Después de esto, estoy seguro de que no volveré a intentarlo. Es demasiado para el cuerpo. Una vez en la vida está bien”, confesó exhausto al terminar.
El récord Guinness en el poker
Y aquí está la parte clave: pese a que cumplió con los protocolos, Guinness nunca llegó a oficializar su marca. El récord de Laak, establecido entre el 2 y el 7 de junio de 2010 en el Bellagio de Las Vegas, sigue siendo el único reconocido oficialmente con 115 horas consecutivas. Aquella hazaña fue seguida por más de 117.000 espectadores en directo, lo que le dio una visibilidad histórica a su maratón.
Por eso, a nivel oficial, el récord Guinness poker permanece en manos de Laak. Gensler queda en la memoria como el hombre que jugó más horas que nadie, pero cuyo esfuerzo no fue homologado. Una ironía del destino que refleja que en el poker, a veces, no basta con ir más lejos: hace falta también la validación externa. “No importa si no quedó oficial. Lo viví y sé que lo logré. Eso es suficiente para mí”, concluyó Gensler, cerrando así una de las historias más extremas de resistencia en este juego.
Puedes verificar el récord en el sitio oficial de Guinness: https://www.guinnessworldrecords.com/world-records/longest-marathon-playing-poker-by-an-individual