
La mayoría cree que un festival de poker comienza cuando se reparte la primera mano, pero los que saben entienden que empieza mucho antes. Jared Tendler , autor de The Mental Game of Poker, lo dice claro: “El rendimiento es una consecuencia directa de la preparación”. Entrar a un torneo de siete días sin preparar tu mente es como correr una maratón sin entrenar.
En las semanas previas, es clave ajustar tus horarios. Muchos torneos inician después del mediodía y se extienden hasta pasada la medianoche, por lo que adaptar tu sueño a ese ritmo es vital. Dormir mal por tres o cuatro días consecutivos afecta la memoria, la regulación emocional y la toma de decisiones. Tu reloj biológico es tan importante como tus rangos preflop.

Dormir bien es una de las recomendaciones mas constantes de los coachs
Elliot Roe , coach de alto rendimiento y terapeuta de jugadores como Fedor Holz
, recomienda comenzar la jornada con una rutina de activación mental: cinco minutos de meditación, revisión de objetivos y visualización de situaciones complejas. “La mente necesita señales claras para entrar en modo competitivo”, asegura.
También conviene revisar tus rangos sin obsesionarte. El objetivo no es aprender cosas nuevas en la víspera, sino reforzar automatismos para no gastar energía en spots estándar. Como repite Brendon Rubie , “Lo que tienes automatizado es lo único que sobrevive cuando estás cansado”.
La preparación física también importa. El poker es un deporte de resistencia mental, pero tu cuerpo es el vehículo. Comer limpio -evitar azúcares, harinas refinadas y comidas pesadas-, hidratarte bien y moverte diariamente (aunque sea caminar o estirarte) es parte del entrenamiento invisible. Estar en forma no te hace ganar más flips, pero te ayuda a pensar con claridad cuando más importa.
Días de batalla: energía constante y control emocional
Una vez que empieza el festival, la prioridad deja de ser prepararse y pasa a ser mantenerse. Muchos jugadores cometen el error de concentrar todo el esfuerzo en el inicio, pero descuidan el ritmo interno de cada jornada. El objetivo no es rendir bien el día 1, sino rendir bien el Día 5.
En torneos largos, la fatiga no se nota de inmediato, pero empieza a afectar pequeñas cosas: dudas en spots simples, pensamientos negativos, distracción en momentos clave. Aquí es donde aparece el verdadero enemigo: el desgaste emocional.
Tendler advierte que el tilt no siempre se manifiesta con rabia o golpes en la mesa. Muchas veces es silencioso: jugar demasiado loose, hacer call por frustración o tomar decisiones automáticas sin sentido. Por eso sugiere que en cada descanso tomes un momento para analizar tu estado mental. “No te preguntes si estás bien. Pregúntate si estás tomando buenas decisiones.”
Rubie, habitual en festivales como el Aussie Millions o WSOP, recomienda llevar siempre snacks saludables: barras de proteína, frutas, nueces. “No esperes a tener hambre. Alimentarse es parte del plan de juego”, dice. Comer cada dos o tres horas, aunque sea poco, te mantiene estable. El cuerpo con hambre entra en modo supervivencia, y eso bloquea tu pensamiento lógico.
Además, tomarse en serio los breaks es clave. Levantarse, caminar, desconectarse del teléfono, hacer respiraciones profundas. Incluso algunos jugadores, como Steffen Sontheimer , usan auriculares con ruido blanco durante las pausas para no saturarse de estímulos. Cada descanso debe servir para recargar, no para dispersarte más.
Y si las cosas no salen como esperabas, el mejor consejo viene otra vez de Tendler: «El peor error que puedes cometer no es una mala jugada, sino una mala reacción». Saber perder un pozo sin que te saque del torneo es una habilidad más valiosa que una lectura perfecta.

Una buena alimentación es clave en la preparación y el día a día
Después de cada jornada: lo que haces fuera de la mesa también cuenta
Cuando termina el juego, la mayoría revisa resultados o manos, pero muy pocos se detienen a revisar cómo se sienten. El verdadero trabajo mental ocurre en ese momento. Dormir mal un día te cuesta energía. Dormir mal cuatro días te cuesta el torneo.
Roe sugiere cerrar cada día con una rutina de recuperación: cena ligera, cero pantallas al menos una hora antes de dormir y una breve reflexión escrita sobre lo que se vivió. No se trata de juzgar tu juego, sino de descargar tensiones y dejar ir lo que no puedes cambiar.
Muchos jugadores incluso anotan tres cosas: una jugada buena, una que repetirían distinto, y una sensación general. Esta práctica no solo libera, sino que organiza. A la larga, mejora tu autoconciencia y te prepara mejor para los días siguientes.
Y si tienes doble turno —con torneo al mediodía y otro por la noche—, la clave es no quedarte “encendido” tras la sesión. Una ducha caliente, música suave o leer algo alejado del poker pueden ayudarte a desconectar. La desconexión también es parte del rendimiento.
La preparación para un festival de poker es tu mayor ventaja oculta
Muchos creen que los jugadores que llegan lejos tienen suerte, o simplemente están “en racha”. Pero la realidad es más simple y más difícil a la vez: ganan porque se preparan mejor.
Siete días seguidos jugando 10 o 12 horas no son un desafío normal. Es una prueba de resistencia, control emocional, alimentación estratégica, y enfoque sostenido.
Los nombres que se repiten año tras año en los cobros finales tienen una cosa en común: tienen rituales, rutinas, hábitos. No improvisan. Ajustan su ritmo de sueño antes del viaje. Comen y descansan bien. Controlan su energía emocional. Saben cuándo forzar y cuándo esperar.
Y sobre todo, entienden que un torneo no se gana en una mano. Se gana acumulando buenas decisiones a lo largo de muchos días. Para eso hay que llegar entero.