
En el deporte hay discursos que se quedan tatuados en la memoria. No hablan solo de victorias o derrotas, sino de carácter y resiliencia. La frase “traguen veneno y fortalézcanse” refleja exactamente eso: una filosofía que también gobierna el mundo del poker.
En este juego, puedes tomar la decisión perfecta, leer con precisión quirúrgica la mesa y administrar de manera impecable tus fichas. Sin embargo, basta un river improbable para que la historia cambie por completo. En el poker, como en la vida, puedes hacer todo bien y aun así perder.

En el poker poder levantarse de una caída es clave para sobrevivir.
Cuando el resultado no es justo
En el poker la varianza es implacable. Puedes liderar todo un torneo, jugar con disciplina y estrategia, y aun así ver cómo tu stack se esfuma en una sola mano. Esa sensación de injusticia es idéntica a la de un equipo que pierde un partido en el último minuto tras haberlo dado todo.
El jugador que entiende que el proceso es más importante que el resultado inmediato es el que logra sobrevivir y progresar. No se trata de negar la frustración, sino de asumirla como parte del camino. Cada derrota puede ser una piedra en el zapato o un peldaño hacia arriba. La diferencia está en cómo decides cargarla.
Cuando alguien dice “traguen veneno”, no está invitando a la resignación. Está hablando de entrenamiento mental. En el poker significa aceptar que hay factores fuera de tu control: la carta que gira, el rival que conecta de milagro, el destino que parece girar en tu contra.
El verdadero profesional no gasta energía en lo que no depende de él. En lugar de reclamar por un bad beat, observa, analiza, y se prepara para la próxima batalla. Ese veneno, lejos de debilitar, se convierte en un refuerzo. Porque cada situación adversa es una vacuna contra la frustración y un recordatorio de que lo importante no es la mano que perdiste, sino la manera en que reaccionas.
El premio llega para quien persevera
La paciencia en el poker es mucho más que esperar buenas cartas. Es la capacidad de soportar golpes, respirar y seguir enfocado en el largo plazo. La frase del entrenador a sus jugadores podría aplicarse perfectamente a una mesa final: no reclames nada, porque el juego no te debe nada. Tu tarea es seguir presente, afilado y dispuesto a capitalizar la próxima oportunidad.
La resiliencia es un músculo que se fortalece con cada revés. El jugador que aprende a “tragar veneno” también aprende a mirar más allá del momento, a entender que la justicia del poker no siempre se refleja en la mano inmediata, sino en la suma de miles de decisiones a lo largo del tiempo.
En el largo plazo, el poker sí recompensa. No es magia ni destino: es estadística y disciplina. Quien mantiene un juego sólido, controla sus emociones y se aferra a sus convicciones termina encontrando los resultados que merece.
La constancia es la carta más poderosa en el mazo de cualquier jugador. Por eso, cuando la injusticia aparezca en la mesa —porque aparecerá—, lo mejor que puedes hacer es tomar aire, asumir la derrota y recordarte que la victoria no se mide en una mano, sino en toda la partida.
Aceptar la adversidad no es fácil. Requiere coraje, humildad y una fe inquebrantable en el propio trabajo. Pero en el poker, como en la vida y el deporte, ese es el único camino que conduce al crecimiento real.
La próxima vez que sientas que el destino fue injusto, recuerda: traga veneno, fortalece tu mente y sigue jugando. Tarde o temprano, tu momento llegará.