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Phil Ivey y su visión del poker: mente fría, pasión intacta

Hablar de Phil Ivey Flag of Estados Unidos es hablar de una leyenda viva del poker. Con once brazaletes de la WSOP, más de 52 millones de dólares en premios en torneos y una carrera que se extiende por más de 30 años, sigue siendo un referente absoluto en cualquier mesa que pisa. Su estilo, mezcla de paciencia y agresividad calculada, lo mantiene como uno de los rivales más temidos del mundo.

En la última edición del Bombay Invitational Anniversary en Tallin, Estonia, Ivey volvió a acaparar la atención. Aunque su participación terminó en el puesto 14 tras un all-in con AQ contra AA, se tomó el tiempo para conversar sobre su visión actual del juego, los desafíos que aún lo motivan y cómo el poker ha moldeado su forma de ver la vida.

Phil Ivey jugando en el Bombay Invitational Anniversary en Tallin, Estonia.

Tallin, un nuevo escenario para Ivey

Viajar para descubrir nuevos entornos de juego es algo que Ivey disfruta. “Nunca había estado aquí y me habían hablado maravillas. El Bombay Club superó mis expectativas: es privado, relajado y con un ambiente perfecto para un torneo”, comentó.

La ciudad también lo conquistó: “Es muy tranquila, la gente es emocionalmente estable. Es un lugar pacífico… muy agradable”. Según él, este tipo de atmósferas son ideales para competir sin distracciones y disfrutar del proceso.

A pesar de su impresionante palmarés, Ivey reconoce que le falta un trofeo importante: un brazalete WSOP de No-Limit Hold’em. “Sería lindo, pero son torneos difíciles por la cantidad de jugadores”, confesó.

En los últimos meses ha estado explorando Squid, una variante en la que ganar un pozo otorga una ficha y pasar una ronda sin lograrlo implica pagar una penalidad. “Es lo más nuevo que he estado jugando y lo disfruto mucho”, dijo, recordando que su primer amor fue el Seven-Card Stud: “Es el juego con el que aprendí. Me encantaría jugarlo más, pero ya casi no hay mesas”.

Sobre cómo se sustenta en la élite, fue claro: “Tienes que mantener una buena actitud y disfrutar el momento. Aprecio poder vivir de un juego”.

Poker como escuela de vida

Para Ivey, el poker es un espejo en el que se reflejan muchas lecciones vitales. “En la mesa aprendes a conocerte a ti mismo. Hay días buenos y malos; saber cuándo seguir y cuándo parar es una lección para la vida”, reflexionó.

Su preferencia por el juego en vivo se debe a la interacción y la lectura de los rivales: “En vivo hay más interacción, puedes ver a todos. Online no es lo mismo”. Y lejos de las mesas, su rutina es simple: “Paso tiempo con mi familia, juego algo de golf, hago ejercicio, leo… cosas simples”.

Con optimismo, concluye sobre el futuro del juego: “El poker llegó para quedarse. Habrá altibajos, pero es uno de los mejores juegos que existen”.

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