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Adam Hendrix y su viaje al Main Event: del poker underground a la mesa final

El nombre de Adam Hendrix Flag of Estados Unidos quedó grabado en la historia de la WSOP 2025 al alcanzar la mesa final del Main Event y llevarse un premio de 1.9 millones de dólares. Pero su historia no es la típica narración de un verano exitoso. Detrás de ese logro hay un camino lleno de sacrificios, riesgos y anécdotas que parecen sacadas de una película.

En el podcast conducido por Art Parmann Flag of Estados Unidos y Justin Young Flag of Estados Unidos, Hendrix repasó su vida con humor, nostalgia y emoción. Lo que emergió no fue solo la crónica de un resultado, sino el retrato de un jugador que supo convertir cada obstáculo en aprendizaje.

     Mi abuela fue mi primera backer

Hendrix recordó sus inicios con ternura y un toque de ironía: «Jugábamos un juego llamado 7 Card No Peaky por centavos en el club de cartas de mi abuela. Ella me ponía el dinero. Fue mi primera backer». Ese respaldo, aunque pequeño, fue la chispa que encendió un recorrido que más adelante lo llevaría a Las Vegas.

El estadounidense confesó que su obsesión nació frente a la televisión: «Me quedaba en casa viendo el Main Event en ESPN. La primera vez que vi a Jamie Gold y Jerry Yang sentí que quería estar ahí». Lo que empezó como un entretenimiento de verano en Alaska pronto se transformó en un objetivo de vida.

Ya en la universidad, Hendrix dio un paso más decidido. «El primer sit & go lo gané por 10 dólares y desde ahí no paré», recordó entre risas. El destino le tenía preparada una escena de película: en Virginia entró a un sótano lleno de humo, con vaqueros fumando y jugadores curtidos. «Compré 60 dólares, mi primera mano fue A-T, flop A-A-T, y me doblé. Desde ahí me enganché para siempre».

     Jugué el heads-up más corto de la historia

Tras graduarse y trabajar como ingeniero de software, Hendrix decidió dar el salto al poker profesional en 2017. Ese mismo año vivió un episodio inolvidable: «Llegué heads-up en un evento de Omaha 8. Tenía ocho ciegas contra 120. Fue una sola mano. Pusieron el brazalete en la mesa y lo quitaron enseguida».

A pesar de la derrota, el momento lo marcó profundamente. «No tener el brazalete todavía me motiva. Es bueno quedarse con hambre», confesó. En lugar de hundirse, lo usó como gasolina para seguir trabajando su juego y perseguir un título que aún le es esquivo.

Las caídas, los intentos fallidos y las experiencias en torneos pequeños también dejaron huella. Hendrix asegura que cada derrota fortaleció su disciplina. «A veces perder temprano en tu carrera es mejor, porque entiendes rápido que esto no es solo suerte», explicó.

     En el Main Event sentí que todo podía pasar

El gran momento llegó en 2025. Todo comenzó con una apuesta entre amigos: «Me tocó jugar el Día 1 vestido de Elvis. El traje era sofocante bajo las luces, pero me trajo suerte». Una superstición absurda que, según él, terminó dándole confianza para el resto del torneo.

La suerte también apareció en una jugada clave: «Ganamos un flip después de un error del dealer. Desde ahí pensé: este es mi año», recordó. Ese punto de inflexión le permitió relajarse y empezar a disfrutar del viaje, uno que lo llevaría a sentarse en la mesa más codiciada del planeta.

El resultado fue histórico: mesa final y un premio de 1.9 millones de dólares. Sin embargo, no todo salió en cámara: «Hice un bluff gigante con seis-dos, pero justo no lo transmitieron por problemas técnicos. Me hubiera encantado que quedara grabado».

Para Hendrix, el significado de esa carrera va más allá del dinero. «Fue cumplir un sueño de niño. Lo veía en ESPN y ahora yo estaba ahí. Todo el sacrificio valió la pena», concluyó.

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