
Cómo invertir en inmuebles de US
La inversión inmobiliaria en Estados Unidos por parte de ciudadanos latinoamericanos no es nueva. Lo que sí cambió es la forma de acceder a este mercado. Hoy, los inversores de la región enfrentan menos barreras operativas, pueden realizar todo el proceso de forma remota y, en muchos casos, incluso obtener financiamiento sin necesidad de ser residentes ni contar con historial crediticio en EE.UU.
Este fenómeno, que se aceleró con la digitalización de los servicios financieros y legales, se apoya en plataformas que integran tecnología y servicios especializados. Una de ellas es Waltz, una startup estadounidense que busca simplificar el proceso de compra de propiedades en EE.UU. para inversores extranjeros.
La propuesta apunta a resolver, en un solo lugar, desde la constitución de una sociedad legal (LLC), la apertura de una cuenta bancaria y la obtención de una hipoteca, hasta el cierre de la operación. Todo esto sin necesidad de viajar ni lidiar con la fragmentación de proveedores y requisitos legales.
La firma anunció recientemente que aseguró u$s 50 millones en capital y deuda —incluyendo una nueva línea de crédito por u$s25 millones— para financiar hasta u$s1.000 millones en préstamos destinados a compradores internacionales.
La expansión de este tipo de soluciones no es casual: responde a una demanda concreta y creciente desde América Latina, donde las restricciones cambiarias, la alta inflación y la debilidad de las monedas locales han llevado a muchos ciudadanos a buscar alternativas para dolarizar sus ahorros e invertir en activos más estables.
Argentina, a la cabeza del interés latinoamericano
Entre los países de la región, Argentina destaca como uno de los principales motores de esta ola inversora. De acuerdo con el último informe de la Miami Association of REALTORS®, los argentinos representaron el 18% de todas las transacciones extranjeras en el sur de Florida entre agosto de 2023 y julio de 2024, lo que equivale a un volumen de inversión de 367 millones de dólares.
Esto los coloca como líderes en el ranking de compradores internacionales de inmuebles en esa región, superando a otros mercados tradicionalmente fuertes como Colombia, Venezuela o México.
El perfil del comprador argentino también revela datos interesantes. El 91% de las adquisiciones se realizó con fines de inversión, uso vacacional o ambos; el 68% se concretó con pago al contado, lo que indica una alta liquidez pese al contexto macroeconómico local; y el 62% de las propiedades adquiridas fueron condominios urbanos, con un precio promedio de 470.500 dólares.
Además, el 82% de los compradores residía en el exterior al momento de la operación, lo que confirma una tendencia a la inversión transfronteriza que ya no requiere presencia física ni radicación en Estados Unidos.
La digitalización del proceso inmobiliario
Desde su lanzamiento, Waltz gestionó más de u$s 300 millones en solicitudes de préstamos desde cuatro continentes. Buena parte de ese interés proviene de América Latina, una región que concentra el 29% de todas las inversiones internacionales en propiedades residenciales existentes en EEUU, según cifras oficiales del sector.
La plataforma fue diseñada para adaptarse a las necesidades de este público, con soporte en español y portugués, contenidos localizados, atención al cliente multilingüe y un enfoque centrado en la autonomía del inversor.
«La demanda de América Latina fue inmediata», afirmó Yuval Golan, fundador y CEO de Waltz. «El sueño de la casa propia sigue muy vigente, pero hoy también se combina con el deseo de preservar capital, generar rentabilidad en dólares y acceder a una economía más estable. En ese contexto, el mercado inmobiliario estadounidense aparece como una opción natural».
Para los argentinos, acostumbrados a navegar ciclos económicos volátiles, la inversión en ladrillos —incluso fuera del país— sigue siendo un símbolo de resguardo. Pero ya no se trata solo de comprar departamentos para uso familiar: hoy muchos apuntan a esquemas de renta temporaria, proyectos multifamiliares o incluso inversiones compartidas. El auge del alquiler a través de plataformas como Airbnb también abrió nuevas oportunidades para quienes buscan retornos más dinámicos.
Un cambio cultural (y tecnológico)
El acceso remoto a bienes raíces en EE.UU. es posible gracias a un ecosistema que también está evolucionando. La automatización de procesos como la verificación de identidad, la emisión de documentos fiscales como el EIN (número de identificación del empleador), la gestión de hipotecas e incluso el cierre digital de operaciones, permite que una persona pueda concretar toda la transacción desde Buenos Aires, Bogotá o Montevideo sin necesidad de desplazarse.
Además, la profesionalización de este tipo de plataformas incluye alianzas con instituciones financieras de alto perfil, como Acra Lending (filial de HPS, adquirida por BlackRock) o Atlas SP (respaldada por Apollo), que ofrecen respaldo a las operaciones de financiamiento.
Con el impulso de este tipo de soluciones, el mercado inmobiliario estadounidense podría volverse aún más accesible para los inversores latinoamericanos. El desafío ya no es tanto la distancia geográfica ni los requisitos legales, sino la confianza en las herramientas disponibles y la capacidad de adaptarse a una nueva forma de invertir, donde la digitalización reemplaza al papeleo y la descentralización reemplaza a los intermediarios tradicionales.
Lo que hasta hace poco parecía reservado a grandes inversores o personas con experiencia internacional, hoy está al alcance de quienes buscan dar un primer paso hacia la dolarización y el resguardo de valor fuera del país. Y aunque Estados Unidos no está exento de riesgos macroeconómicos, su mercado inmobiliario —diverso, regulado y con una demanda sostenida— sigue ofreciendo oportunidades atractivas para quienes entienden que, en un mundo inestable, el acceso a nuevas geografías también puede ser una forma de construir estabilidad.