Por Jose Litvak

En el Poker, no gana quien tiene las mejores cartas, sino quien mejor las juega. Y esto se logra con un “arma” contundente: la apuesta. Y las hay de muchos tipos: por valor, de limpieza, en bluff, de bloqueo o su variante: para comprar una free-card o carta gratis (o barato), y de investigación.

Saber foldear y saber apostar son dos de las grandes claves del juego. Pese a tamaña relevancia, no siempre es bien explotada; y esto es, seguramente, porque no es sencillo hacerlo bien.

Echar a los rivales, investigar qué tienen, robar un pozo, sacar el mejor provecho de un juego, frenar las acciones de los otros (apuesta de bloqueo) o comprar cartas barato, entre otras, son las acciones que dan éxito, y ello se logra apostando correctamente.

Muchos principiantes habrán experimentado frustraciones al perder manos con las cuales tenían la seguridad de ganar, o al espantar a todos cuando tenían muy buenos naipes, o al hacer un bluff y que les paguen, y todo ello por ser insuficiente el valor persuasivo de lo propuesto o al seguir apostando desde mala posición y dilapidar fichas.

Y, aunque no siempre pueden evitarse estas situaciones (los rivales también juegan, por desgracia), una buena planificación de las apuestas aumenta la confianza y, sobre todo, las chances de victoria.

Conocer la jerarquía de las manos es valioso, pero no es, ni de lejos, lo fundamental. Hay que saber qué hacer con ellas. Los rivales no ven nuestras cartas, aprecian nuestras apuestas y actuarán de acuerdo con éstas, no en relación con aquéllas.